sábado, 11 de febrero de 2012

Dicen que para olvidarte tengo que viajar a Marte, hacer trescientos años de terapia y decidir dejar que pase el mes de abril, juntar todas las hojas del otoño. Dicen que para olvidarte hay que tener en el bolsillo un almanaque sin domingos, un crucero y navegar en un océano sin mar. Tomarse toda el agua de la lluvia. Y en realidad hay cosas que no voy a olvidar, como tus ojos de soledad, la tarde que los hice llorar, y escucho voces dentro de mi casa, a veces creo que es tu fantasma. Tus amenazas, mis escapadas, retrato de mi clandestinidad. Dicen que juntando cuatro patas de conejo con sal gruesa y repitiendo ante el espejo voy a olvidar tal vez yo pueda deshacer el nudo que nos ata en este hechizo. Dicen que del día en que te fuiste no hago más que despedirte, inventándome un presente. Para sentir que estoy haciendo algo por mí, construyo sobre arenas movedizas. Y en realidad hay cosas que no quiero olvidar. Como tus ojos de soledad, la tarde que los hice llorar y escucho voces dentro de mi casa, a veces creo que es tu fantasma, tus amenazas, mis escapadas, retrato de mi clandestinidad. Si no te olvido, dicen que puede doler mucho más de lo que duele, ¡Cuando te tengo en mi memoria estás acá!